
Las grandes historias no nacen del azar. Desde la Antigüedad, los narradores han recurrido a patrones estructurales que no solo organizan el relato, sino que resuenan profundamente con la experiencia humana. El más conocido de estos modelos es el «viaje del héroe», popularizado por Joseph Campbell y reinterpretado por numerosos teóricos y escritores. Este artículo analiza algunas de estas estructuras universales y ofrece claves para adaptarlas o subvertirlas con inteligencia, especialmente cuando se escribe para certámenes literarios.
1. El viaje del héroe: una estructura arquetípica
Formulado a partir de mitos y cuentos de todo el mundo, el «monomito» de Campbell describe una serie de etapas que atraviesa el protagonista: llamada a la aventura, rechazo, mentor, pruebas, abismo, revelación, regreso y transformación. Esta secuencia ha sido empleada desde La Odisea hasta Harry Potter, pasando por Star Wars o Matrix.
Su poder radica en que responde a una estructura psicológica universal: el viaje como metáfora del crecimiento interior. En certámenes literarios, donde el desarrollo de personajes y el conflicto son esenciales, esta arquitectura puede ofrecer una base sólida. Ahora bien, repetirla sin conciencia puede conducir al cliché. Y no hay peor destino para una novela de concurso que el de resultar previsible.
2. Variaciones clásicas: tres actos y cinco actos
La estructura en tres actos (planteamiento, confrontación, resolución) sigue siendo una de las más eficaces, especialmente en cuentos o relatos breves. En novelas, la versión de cinco actos de Gustav Freytag (exposición, desarrollo, clímax, descenso, desenlace) permite un control más refinado del ritmo y las transiciones. Ejemplos canónicos incluyen Romeo y Julieta o Madame Bovary, obras que demuestran que la estructura no limita la originalidad, sino que puede potenciarla.
En narrativa contemporánea española, novelas como Ordesa de Manuel Vilas también se construyen sobre una arquitectura profunda, aunque fragmentaria, que remite a un viaje de duelo y reencuentro interior. El héroe aquí no conquista dragones, sino memorias y pérdidas: un viaje menos épico, pero no menos universal.
3. Estructuras alternativas
- El arco de transformación interna (Maureen Murdock): replantea el viaje desde una perspectiva femenina, donde el conflicto no es vencer al monstruo externo, sino reconciliar opuestos internos.
- La estructura en espiral: historias que avanzan de forma cíclica, pero con cada vuelta se profundiza o transforma el conflicto. Común en narrativas psicológicas o literaturas de introspección, como La campana de cristal (Sylvia Plath).
- Narrativa fragmentada o episódica: rechaza la continuidad clásica. Ejemplo: Rayuela (Cortázar), que subvierte la linealidad en favor de una experiencia de lectura discontinua pero coherente en su lógica interna.
- Estructura en constelación: en lugar de un núcleo lineal, varias historias orbitan un eje temático común. Lectura fácil de Cristina Morales ensambla voces e hilos narrativos sin jerarquía aparente, produciendo un relato polifónico donde la estructura misma se convierte en crítica ideológica.
4. Adaptar sin servidumbre
Los modelos no son moldes. La clave está en adaptarlos al tono, género, voz y ritmo de la obra. En narrativa literaria, donde el estilo y la ambigüedad pueden ser tan importantes como la acción, una estructura demasiado visible puede resultar mecánica. Es el caso de ciertas novelas de plantilla que huelen a taller literario antes de abrir la primera página.
En certámenes, donde se valora tanto la solvencia formal como la originalidad, lo ideal es construir desde la estructura, no hacia ella. Es decir, usarla como andamiaje interno, no como exhibición superficial. Porque si el jurado adivina en la página tres que vas a terminar con la “transformación redentora”, puede que cierre el manuscrito antes de que empiece el clímax.
5. Subvertir con sentido
La ruptura también puede ser un gesto estructural. Subvertir el viaje del héroe no significa simplemente eliminarlo, sino reinventarlo. En Nunca me abandones (Ishiguro), por ejemplo, el trayecto vital de los protagonistas es deliberadamente plano, sin revelaciones espectaculares ni heroísmo: la tragedia surge de la ausencia de épica.
Subvertir una estructura también implica alterar sus tiempos, voces o puntos de giro. En Los detectives salvajes (Bolaño), la dispersión de narradores y cronologías genera un caos aparente que en realidad traza una geografía emocional precisa. El lector debe ensamblar el sentido, convirtiéndose él mismo en héroe de un viaje de lectura.
Otro ejemplo reciente es Simón de Miqui Otero, donde el héroe no conquista reinos, sino que reconstruye su identidad entre ruinas cotidianas. La estructura no es lineal, sino zigzagueante, como lo es todo crecimiento real. Subversión, sí; gratuidad, no.
6. Estructuras en el cine y la novela: convergencias y diferencias
El cine ha popularizado estructuras como la de tres actos o el viaje del héroe. Funciona, en parte, por su capacidad de generar progresión y tensión. Sin embargo, al trasladarlas a la novela, hay que considerar las diferencias del medio: el ritmo lector, la densidad del lenguaje, la posibilidad de introspección o digresión.
Películas como El club de la pelea (Fincher) o Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Gondry) utilizan estructuras no lineales que también pueden funcionar en narrativa si se manejan con rigor. En cambio, otros relatos fallan al aplicar la plantilla cinematográfica a la novela sin considerar sus especificidades. La fórmula del blockbuster rara vez sobrevive a un premio literario.
Conclusión
Conocer las estructuras narrativas universales no implica obedecerlas ciegamente, sino dialogar con ellas. Un autor que domina el viaje del héroe, la estructura en actos o la narración fragmentada puede elegir con inteligencia cuál adoptar, adaptar o rechazar. En certámenes literarios, donde cada página cuenta, esa decisión estructural puede marcar la diferencia entre una novela eficaz y una que apenas despega.
Porque, al fin y al cabo, el jurado también ha leído a Campbell. Y agradecerá que tú, al menos, hayas leído algo más.
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Imagen: Sora AI

