La evolución de los personajes arquetipo en los líderes actuales

Artículo referenciado por Charo Toscano, periodista y experta en Inbound Government, en el diario:

https://www.huelvainformacion.es/huelva/lider_0_1400860487.html

Centrados en el análisis del personaje troquelado en el relato del PSOE, su líder, Pedro Sánchez, desde que accedió a la Moncloa se ha tenido que enfrentar a diferentes retos: sujetar los distintos caballos de tiro y encerrar en la cuadra a los más díscolos, formar una imagen ante el electorado de que es la persona idónea para dirigir el país. Es decir, el personaje con el que se quiere vestir al secretario general de los socialistas es el de Gobernante, el líder preocupado por la excelencia, la buena dirección de la comunidad. Si bien lo ha demostrado a nivel interno, muestra de que tiene mano firme, de cara al país, por más que insista en repetir que él es el presidente de gobierno, a serlo se demuestra gobernando a pleno pulmón, no con decretos ley y para ello necesita la investidura.

En el espacio de tiempo que abarca desde su discurso de investidura hasta hoy, se la revestido, sucesivamente, de los personajes del Explorador en las negociaciones, por supuesto por boca de su vicepresidenta que actúa por poderes para que su jefe no baje al barro, personaje viajero que busca en territorio inexplorado, del Sabio, cuando rechaza, ante las exigencias que se presentan en la mesa de negociación, que Unidas Podemos entre en el Gobierno de la Nación, del Héroe, cuando el tribunal Supremo avala la exhumación de los restos de Franco.

El resto está por venir.

Al otro lado, por equidistancia, al menos, teórica, Pablo Casado, en el PP, aún camina en un, no se sabe cuán largo, viaje iniciático. Viene de la catarsis del partido tras la moción de censura, con un Rajoy rendido y que prefirió la retirada digna a la lucha gatuna con uña y dientes. La situación interna a la que se enfrenta Casado no es muy distinta a la de Sánchez, tienen que sujetar las disidencias internas, sus espontáneos, las bicefáleas, en definitiva, tiene, como el socialista, crear su manual de empresa, aplicarlo y hacerlo respetar, algo que cualquier empresario con los pies en el suelo, sabe que ha de hacer si quiere que el proyecto prospere.

La diferencia entre Casado y Sánchez es que para Casado puede resultar más fácil, ya que no tiene el quebradero de cabeza de la gobernanza y en este sentido externo, solo tiene que buscar las debilidades del contrario para tener entretenido al público. Por tanto, el reto es investir al líder de los populares en el personaje de Gobernante, de momento interno, para el nacional le queda aún camino que recorrer. Mientras tanto tiene que contentarse con el personaje del explorador, que está descubriendo nuevos espacios, en un primer momento más a su derecha, en ese ardor guerrero que se le subió a la cabeza nada más sentarse en el despacho de Génova, pero que ahora, comprendido que no vale la pena pelear por el espacio de VOX, vuelve, más moderado, hacia el público objetivo que le robó Ciudadanos. Las aguas vuelven a su cauce, y Casado las está descubriendo. El PP no da para más, se tiene que encontrar.

El caso más contradictorio es el de Rivera con ansias de ser Gobernante, no termina de aceptar su papel de bisagra, aunque no llega a ser más que comodín de partida. En espacios como Andalucía se postulaba a gobernar la Junta sin ser la primera fuerza, mientras que en Cataluña, siendo la primera no realizó ni un solo intento de investidura. Las fronteras insalvables, que hicieron marchar a los mayores del partido, y que ahora se levantan transmiten una imagen de inestabilidad muy llamativa. El lado más extremo del personaje del Explorador es el del buscador permanentemente insatisfecho, lo que implica una clara indefinición. Lo que ocurra en el futuro, está en manos de sus votantes, hurtados al ala más centrista del PP y del PSOE, porque, insisto, los votantes no se crean ni se destruyen, se transforman en un partido o en otro.

Antes de encarar las otras dos figuras, quiero hacer mención a Alberto Garzón, una Izquierda Unida diluida en las entrañas de Unidas Podemos que la fagocitó con el beneplácito de su líder que prefiere retirar a una segunda línea, cómoda, con menos responsabilidades, pero donde se cobra la nómina de modo puntual a final de cada mes. En definitiva, no es que no tenga definido ningún personaje, es que no lo tiene.

Los dos líderes nacionales que quedan, Iglesias y Abascal, tienen una mención aparte porque si abstraemos han encarnado la figura del san Jorge, caballero medieval, que defiende a la dama, bien sea el proletariado, bien España, del dragón, el fascismo o el comunismo. No es que los extremos se toquen, no se trata de eso, sino que las estrategias son similares en forma, lo que cambia es el contenido.

Comencemos por Abascal, el líder de VOX, un partido sin recorrido histórico propio. Este vacío es aprovechado por el resto de partidos para rellenarlo de un pasado falangista, carlista, fascista, mientras que ellos se posicionan en una clara derecha dura que se desgajó de la crisis del PP buscando un lugar bien definido en el mapa político.

Da la sensación que salvo el núcleo duro del partido, hay mucho de hartazgo entre sus votantes y, tal vez, de voto de castigo. Tiempo al tiempo.

Mientras tanto, su líder, Santiago Abascal exporta a los suyos el personaje del Héroe, que busca el poder, el control y lucha contra la adversidad, personaje al que sus oponentes contraatacan perfilándolo como el Forajido, el transgresor, el provocador, el que puede llevar a la autodestrucción. En el fondo, viene a reducirse al enfrentamiento del bien frente al mal, dualismo que gira y se posiciona dependiendo del punto de vista desde el que se grite: o bien el “Santiago y cierra España” o el “Vade Retro, Satanás”.

Dejo para el final al líder, desde el punto de vista de análisis, más apasionante: Pablo Iglesias. Aún tengo en la retina la imagen de Iglesias obsequiando a Felipe VI el pack de Juego de Tronos, que calificaba, si mal no recuerdo, como manual de supervivencia política, de asalto al poder y de actuación frente a la disidencia. Más de una dirigente de Unidas Podemos se dejó calificar de Khaleesi en una encarnación de personaje femenino empoderado, Gobernante, Heroína, Maga, Sabia, hasta que el desenlace de la serie de referencia avinagró las aspiraciones y es que el lado oscuro del Gobernante es el tirano, el del héroe, la ambición y el rol de controlador, el del mago el del enfermo que enferma a quienes le rodean, el del sabio el que solo piensa en entelequias cuyas teorías no pueden aplicarse a la realidad. Desde el final de la última temporada, el paquete completo ha quedado guardado en el cajón con llave, la realidad es algo muy diferente.

En el periodo establecido por el análisis del artículo, ya se está de vuelta de aquellos personajes arquetipo en los que se enfundaron los líderes de Unidas Podemos, entonces solo Podemos, en especial Pablo Iglesias y su consejo de ancianos, hoy reducido o simplemente renovado. Por entonces podíamos toparnos en una ensalada bien aliñada, al fin y al cabo el profesor Iglesias es experto en Comunicación Política, con el personaje del Sabio, que basa su hacer sobre el intelecto, el Creador, al que le gusta transformar la realidad con su sello personal, el Mago que revoluciona, renueva y regenera, y por último el del Héroe que lucha contra la adversidad, en su caso personalizada por los jinetes del apocalipsis del viejo manual comunista: el capital, la derecha fascista, la banca, la gran empresa y el estado opresor, conceptos que todos estudiábamos en la asignatura de filosofía, durante el bachillerato, cuando tocaba el tema del marxismo. Nada nuevo.

La afirmación de no ser políticos profesionales, en el anhelo de convencer al votante de que no se encontraban manchados por los pecados del PP y del PSOE, al resto aún no les había dado tiempo de acumular motivos de penitencia, ahora se traduce en un amateurismo que los ha impregnado de contradicciones, improvisaciones y alguna rectificación insuficiente para parte de sus votantes que han ido desertando hacia puertos más seguros antes de que la tormenta desmenuce, como ocurrió con Izquierda Unida, el armazón del barco. Al menos, estos siempre fueron algo más coherentes.

El manual de supervivencia de Iglesias, la ficción de Juego de Tronos, si lo hubiera interpretado en toda su extensión, no solo relata el asalto al poder, los enfrentamientos y la trama de las luchas de los opuestos, sino también ejemplifica la tiranía, característica oscura del Gobernante, que erradica las traiciones o los golpes de estado internos, con esa vieja medicina de la expulsión, el destierro o el más radical: que le corten la cabeza, que todo tirano utiliza para mantenerse en el trono a imagen y semejanza de los maduros, los ayatolas o pútines del mundo.

Mientras sujeta las disidencias o demoniza las mitosis, como la de Más Madrid transmutada ahora en Más País, recuerde el lector que en la división de una célula, la hija se parece a la madre como dos gotas del mismo agua, el líder de Unidas Podemos, desde las elecciones de abril ha pasado por el intento marketiniano de agencia de publicidad de tercera presentándolo cono el retorno del Héroe,  para pasar durante las negociaciones como el Sabio que reinindica su lugar para solucionar los problemas de la clase trabajadora del país con sus recetas mágicas de abracadabra que hace reubicar la riqueza infinita que algunos perversos esconden tras las migajas de una limosna millonaria, al personaje del Inocente, al que se le ha engañado, para terminar, encarnando, tras la ruptura de negociaciones y la convocatoria de elecciones en noviembre, del desvalido personaje del Huérfano, traicionado, embargo por la decepción, que muchos interpretan como el cínico que se hace la víctima después de no haber conseguido su objetivo. Los oponentes, el resto de los partidos, no parecen tener ningún interés en adjudicarle más arquetipo a Iglesias que el del Forajido autodestructivo, al fin y al cabo, están esperando que regrese el bipartidismo sobre el hartazgo de los votantes que prefieren las viejas fórmulas a las nuevas. Mientras tanto, los líderes de los principales partidos, PSOE y PP tienen que avanzar aún más para forjar sus personajes arquetipo.

Foto: Robert Doisneu: Infierno, 1952

Texto: © Liberato 2019

Soy Liberato Antonio Pérez Marín

Granada, 1964.
Como autor, firmé la novela Erres —finalista del Premio Nadal 2019— bajo el seudónimo Tomás Marín, en honor a mi abuelo materno. He sido finalista del Max Aub y ganador del V Premio Internacional de Narrativa «Ciudad de la Cruz», entre otros.
Me he dedicado a la enseñanza de la literatura en distintos niveles y he impartido análisis de texto y género de opinión para periodistas, muchos de los cuales están en ejercicio profesional y les sigo con interés.
Viajero por naturaleza, prefiero pasar desapercibido para observar: mis historias nacen de ese detalle que surge por azar y se convierte en revelación.
En este blog comparto relatos inéditos, fragmentos y reflexiones sobre el oficio de escribir, invitando siempre al diálogo literario con quien quiera asomarse.