
No cabía duda, éramos el peor equipo del recreo allá por los setenta. Nuestro juego se caracterizaba por movimientos en masa tras el balón, parecidos a los de las bandadas de pájaros, y por la particular costumbre de no meter ni un solo gol.
El profesor de educación física se exasperaba al grito de «paquetes», «inútiles» o intimidatorios «osvaisaenterardeloquevaleunpeine«, sin embargo, a pesar de sus grandes virtudes como coach, nunca poseyó el suficiente talento para comprender que las altas voleas que practicábamos no eran más que una excusa para alzar la cabeza y observar las nubes.
Pero claro, el profesor solo estaba motivado por el éxito.
© Liberato 2018
Fotografía: Autor desconocido, 1935


