
No habían pasado ni dos horas desde que el intenso cacareo de las cuatro amigas había cerrado planes de futuro, cuando la constitución de la Ilustre Asociación del Huevo Pochado, la ansiada asistencia a la fiesta en el corral de aquel gallo tan galante y el cloquear mientras rebuscaban, como cada día, suculentos gusanillos entre los excrementos del suelo del gallinero habían quedado truncados… para siempre.
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Fotografía: Leigh Griffiths. Meat. 2017


