El sueño del vagabundo

El sueño del vagabundo

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A Marcel no le ha ido bien la mañana.

La frutera, que le pagaba con manzanas su ayuda en la descarga de la mercancía, no ha abierto por enfermedad y la recaudación en el Boulevard  Tellene no ha dado más de cinco francos; hubiera sacado más en la Basílica de Notre Dame de la Garde, pero después del altercado con los habituales, que lo echaron a patadas enarbolando los derechos adquiridos de mendicidad, no es cuestión de arriesgar de nuevo la cara.

Había que decidir, comida o cena.

Siempre dijo su madre que no era bueno ir a la cama con el estómago vacío, de modo que aguantaría hasta la noche. Monsieur Mignonette le pondría un plato de caldo y un plátano por cuatro francos cincuenta, le sobraba para el café de la mañana siguiente.

La tarde sudaba el calor de un agosto especialmente áspero.

Marcel extendió unas hojas de periódico y colocó el hatillo a modo de almohadón; se quedó dormido y soñó un sueño que el edificio, que le daba resguardo, dejó que pintara en la pared con brochazos de esperanza en el mañana.

Liberato © 2016

 

 

Foto: Brassaï: Tramp, Marseilles, 1935

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Soy Liberato Antonio Pérez Marín

Granada, 1964.
Como autor, firmé la novela Erres —finalista del Premio Nadal 2019— bajo el seudónimo Tomás Marín, en honor a mi abuelo materno. He sido finalista del Max Aub y ganador del V Premio Internacional de Narrativa «Ciudad de la Cruz», entre otros.
Me he dedicado a la enseñanza de la literatura en distintos niveles y he impartido análisis de texto y género de opinión para periodistas, muchos de los cuales están en ejercicio profesional y les sigo con interés.
Viajero por naturaleza, prefiero pasar desapercibido para observar: mis historias nacen de ese detalle que surge por azar y se convierte en revelación.
En este blog comparto relatos inéditos, fragmentos y reflexiones sobre el oficio de escribir, invitando siempre al diálogo literario con quien quiera asomarse.