-Perdóneme usted.- Le interrumpió Madame Thibaut, la dueña del bistro de la rue Lepic, no lejos del Teatro Montmartre Galabru.
El pintor, atento como estaba a la paleta de colores, se limitó a responder con un leve movimiento de cejas. El humo del cigarrillo, pendido de las comisuras de los labios, le hacía entrecerrar los ojos.
-Le he estado observando toda la mañana y no ha pintado nada en ese lienzo, que por lo demás no veo que le falte ya detalle.
El artista se puso en pie, desentumeciendo las piernas castigadas por el frío y la postura forzada.
-Señora, el lienzo no es el resultado de mi trabajo, es el modelo.
-¿Modelo?
-Sí, señora, el modelo.
-No entiendo.
-Fácil. Usted no me ha visto dar pinceladas, porque el resultado de mi arte es ese edificio del que ha salido, esta calle que conduce hasta la cúpula de Montmartre, aquella farola, usted misma.
La mujer se le queda mirando como quien observa a un loco.
-¿Ve? Esa expresión que tiene de asombro la acabo de perfilar.
La señora Thibaut se pasó la mano por el rostro y notó el tacto pastoso del óleo en sus dedos. Quiso comentar algo, pero no pudo. Se había borrado la boca.
Liberato ©2016
Foto: Ed Clark: Young artist paints Sacre-Coeur from the ancient Rue Narvins. Paris, France, 1946




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