Entre los girones de niebla, mientras atravesaba Madison Square Park, Harry Mullighan creyó ver la proa de un barco varado entre la 5ª y Broadway.
Sentado en un banco del parque nevado, el capitán parecía aguardar paciente, tal vez al remolcador que lo devolviera, a él y a lo que quedaba de su buque, al mar, tal vez al equipo de desguace que los redujeran a la nada.
Fuese cual fuese, Harry consideró que no era asunto suyo, allá cada cual con sus problemas.
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Foto: Alfred Stieglitz: El Flatiron de 1903




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