Yale Joel:
American travelers building a sand replica of France’s medieval abbey at Mont-Saint-Michel in the background, July 1948
María y Marta tuvieron, aquella mañana, la idea más original: construir, sobre una isla, una abadía benedictina a la que pudieran acudir, desde cualquier rincón del planeta, turistas de todas las condiciones.
Diseñarían aquel lugar sobre rincones especiales, enlosarían sus cuestas de tiendas de souvenir y alfombrarían cada metro de restaurantes de la mejor cocina francesa. El éxito estaba garantizado por la sencilla razón de que, en sus viajes, no habían encontrado un lugar que se asemejara.
Tan solo existía un problema: no tenían capital suficiente para llevar a cabo su gran, lucrativa e irrepetible idea, por lo que, tras varias horas de sesudas discusiones, tomaron una decisión final.
Reducir el plan a simple arena.
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